En primera instancia
quisiera comentar que según la lectura “Costa Rica presenta altos niveles
educativos en América Latina y que nuestra Constitución Política establece y
reconoce la educación como un derecho humano en el que debe gozar toda la
ciudadanía” (Guzmán, L. Letendre, A. 2003.
Pp. 2), sin embargo, a pesar de tener la papa en la mano popularmente hablando
no la aprovechamos de la mejor manera, pues seguimos reproduciendo metodologías
de enseñanza que datan desde la década de 1950, específicamente las planteadas
por Skinner, Pavlov y Watson y no logramos desarrollar ni explotar las
destrezas y habilidades que poseen nuestros estudiantes.
Del
mismo modo, a pesar de que la educación desde la etapa prescolar hasta el ciclo
diversificado es costeada por el Estado, “la crisis de los años ochenta
desaceleró la inversión estatal, con serias implicaciones en cobertura real
entiéndase en infraestructura, calidad de la enseñanza y acceso a servicios”
(Guzmán, L. Letendre, A. 2003. Pp. 3) ya sean comedores, becas entre otros.
Para
apalear esta crisis en la década siguiente el Estado impulsó reformas
importantes dirigidas a resolver las brechas entre la educación pública y la
privada, los esfuerzos no han sido suficientes y por ende persisten retos y
desafíos para desarrollar una cobertura total de la educación y con ello un
proceso de inclusión que permita una calidad de la educación y así garantizar a
los niñas y niños las oportunidades para el disfrute pleno de este derecho.
Asimismo,
un punto sumamente importante es dejar de reproducir discursos excluyentes o
seguir creando estereotipos sexuales en nuestro sistema educativo, además,
tenemos que dejar de tener en nuestros salones de clase profesores del siglo
XIX con metodologías del siglo XX y estudiantes del siglo XX ya que lo único
que provoca esto es un divorcio entre los estudiantes y los salones de clase.
Por
ende, surge la necesidad de plantearnos el problema y verlo holísticamente para
darle soluciones viables, no podemos dejar de entender que estamos en un
proceso de globalización y como tal debemos de tratar de adaptarnos a las
nuevas formas de vida aunque no se este de acuerdo con ellas, pues lo
importante son nuestros estudiantes y lograr desarrollar en ellos practicas de
tolerancia, respeto, criticidad y cooperativismo ante este sociedad que nos
encontramos.
Por
último, de nada vale tener propuestas en papel y no llevarlas a la practica,
que mejor herramienta que los salones de clase para crear y desarrollar
espacios incluyentes y dejar de pensar que somos el país más feliz del mundo o
que tenemos el mejor sistema educativo del área, si a la postre el resultado es
el mismo que viven nuestros vecinos Nicaragua, Guatemala y Honduras.
Bibliografía:
L, Guzmás. A, Letendre. (2003). Género
y educación en Costa Rica. UNESCO, San José, Costa Rica, 1-23.
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